En la infancia era como un árbol de Navidad recién decorado, llena de luces de ilusión, pero con los años se van fundiendo esas pequeñas ilusiones, y las grandes, a pesar de resistirse, acaban cediendo ante el aplastamiento de la realidad.
Las personas te van decepcionando y con cada una que sufres se apaga una luz. Va una quedándose con una sensación profunda de soledad y con esa sensación las experiencias pierden sentido, fiesta y experiencias que siempre me hacían ilusión han perdido también su luz.
Hoy por hoy, las Navidades me producen una sensación de obligatoriedad, de preocupación. A veces lo ido bien de verdad, no es que suele esté mal, es que no me hace ilusión que lleguen, tampoco me hace ilusión preparar los Reyes, me obligó a hacerlo, otro no es lo mismo.
Los carnavales, fiesta que he disfrutado muchísimo, ahora mismo me aporta una inmensa tristeza, seguramente porque ya no tengo amigos con quién vivirlos.
No quiero malinterpretaciones, tal vez parezca por mis palabras que culpó a los demás de sentirme sola y desilusionada, pero no es así, estoy plenamente convencida de que soy yo misma quien ha provocado esto, si las personas me van decepcionando a mí alrededor, seguro que es porque yo las idealizo, a ellas o al tipo de relación que pueda tener con unos u otros.
En fin, que algo debe fallar en mi porque me siento muy ajena al mundo que me rodea, hasta tal punto que he perdido la ilusión por los acontecimientos de la vida.
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